No obstante, como Sarah Maza nos muestra, ello no equivale a decir que no hubiera crítica de lanobleza: al contrario, las
causes célèbres
que ha estudiado a través de la publicación de informes judicialesde tiradas de hasta 20.000 en los años 1780 demuestran un frecuente y poderoso rechazo de un mundoaristocrático tradicional que aparece descrito como violento, feudal e inmoral, y opuesto a los valores de laciudadanía, racionalidad y utilidad.
En el mundo cada vez más comercial de finales del siglo XVIII, losnobles discutían acerca de si la abolición de las leyes de
dérogeance
(degradación) para permitir su ingresoen el comercio resucitaría la «utilidad» de la nobleza a ojos de los plebeyos. Lo que todo ello sugiere es que,aunque entre la burguesía no había conciencia de clase con un programa político, sí había sin lugar a dudasuna enérgica crítica de los órdenes privilegiados y de las supuestamente anticuadas reivindicaciones de lasfunciones sociales en las que se sustentaban.Si los cambios se manifestaban en la forma en que se expresaba el debate público en los años previosa 1789, ¿no es eso indicativo de mayores cambios en la sociedad francesa? Recientemente los historiadoreshan vuelto al estudio de lo que ellos llaman «cultura material» de la Francia del siglo XVIII, es decir, de losobjetos materiales y prácticas de la vida económica. No obstante, no han dado este paso para recuperar lasviejas interpretaciones marxistas de la vida cultural e intelectual como «reflejos» de la estructura económica,sino más bien para comprender los significados que la gente de la época otorgaba a su mundo a través de suconducta y también de sus palabras. De ello se desprende que una serie de cambios interrelacionados – económicos, sociales y culturales– estaba socavando las bases de la autoridad social y política en la segundamitad del siglo XVIII. La expansión limitada pero totalmente visible de la empresa capitalista en la industria,en la agricultura de las tierras del interior de París, y sobre todo en el comercio, vinculada al negociocolonial, generaba formas de riqueza y valores contrarios a las bases institucionales del absolutismo, unasociedad ordenada de privilegios corporativos y de reivindicaciones de autoridad por parte de la aristocraciay de la Iglesia. Colín Jones ha calculado que el número de burgueses aumentó de unos 700.000 en 1700 aaproximadamente 2,3 millones en 1780. Incluso entre la pequeña burguesía se iba gestando una clara«cultura de consumo», patente en el gusto por los escritórios, espejos, relojes y sombrillas. Las décadas posteriores a 1750 se revelaron como una época de «revolución en el vestir», según palabras de DanielRoche, en la que los valores de respetabilidad, decencia y sólida riqueza se expresaban a través del vestir entodos los grupos sociales, pero especialmente entre las clases «medias». Los burgueses también sedistinguían de los nobles y artesanos por su
cuisine bourgeoise
(cocina burguesa), haciendo comidas menoscopiosas y más regulares, y por sus virtudes íntimas de simplicidad en sus viviendas y modales.Jones ha estudiado las diferentes expresiones de este cambio de valores en las revistas de la época.En los años ochenta, salieron al mercado el
Journal de santé
y otras publicaciones periódicas dedicadas a lahigiene y a la salud, que abogaban por la limpieza de las calles y la circulación del aire: la densa mezcla desudor y perfume que despedían los cortesanos con sus pelucas era tan insoportable como el «hedor» de loscampesinos y de los pobres en las ciudades, con su creencia en el valor medicinal de la suciedad y la orina.El contenido de los anuncios y de las hojas de noticias denominadas
Affiches
, que se elaboraban en cuarentay cuatro ciudades y leían unas 200.000 personas, se fue haciendo perceptiblemente cada vez más«patriótico». En dichas páginas abundaba el uso de términos como «opinión pública», «ciudadano», y«nación» en comentarios políticos, y al mismo tiempo podía leerse en un anuncio en el
Affiche de Toulouse
de diciembre de 1788 sobre «les véritables pastilles à la Neckre (
sic
)»: gotas patrióticas para la tos «para el bien público».
Coincidiendo con la articulación de estos valores y con el gradual, prolongado e irregular cambioeconómico, se produjo una serie de desafios intelectuales a las formas políticas y religiosas establecidas, quelos historiadores denominan «Ilustración». La relación entre el cambio económico y la vida intelectual seencuentra en el seno de la historia social de las ideas, y los teóricos sociales e historiadores permanecendivididos acerca de la naturaleza de dicha relación. Los historiadores, especialmente los marxistas, para los
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David Garrioch,
The Formation of the Parisian Bourgeosie 1690-1830
(Cambridge, Mass., 1996), p. 1; Sarah Maza,
Private Lives and Public Affairs: The Causes Célebres of Prerevolutionary France
(Berkeley, Calif., 1993); y «Luxury,Morality, and Social Change».
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Colin Jones, «Bourgeois Revolution Revivified: 1789 and Social Change», en Colin Lucas (ed.),
Rewriting the French Revolution
(Oxford, 1991); y «The Great Chain of Buying: Medical Advertisement, the Bourgeois Public Sphere, andthe Origins of the French Revolution»,
American Historical Review
, 101 (1996), pp. 13-40; Georges Vigarello,
Lolimpio y lo sucio: la higiene del cuerpo desde la Edad Media
, (Madrid, 1991), caps. 9-11. Roche trata el tema deldesarrollo de una cultura comercial y de consumo de forma harto atractiva en
France in the Enlightenment
, caps. 5, 17,19, y en
The Culture of Clothing: Dress and Fashion in the «Ancient Regime»
, trad. Jean Birrell (Cambridge, 1994).
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